martes, 10 de noviembre de 2009

Justicia Por Carlitos Quiroz.



Tras el asesinato de Juan Carlos Quiroz a manos de la policia, se realizo una reunion con familiares, amigos y personas de distintas organizaciones e independientes para mantener viva la memoria y que no quede impune el asesinato, donde se Formo el Grupo: Pergaminenses de Pie Contra el Gatillo Facil.



El Eslabon, 7/11/2009

La doble muerte de Carlitos

07/11/2009. Carlitos estaba haciendo lo que mejor sabía hacer cuando escuchó el grito de Mauro Menna que lo llamaba desde atrás de uno de los arcos para pedirle que le ayude a arriar unos caballos que estaban por ahí cerca, en otro descampado olvidado del corazón sojero del país, también conocido como Pergamino.
Pero a Juan Carlos le gana su pasión por la redonda y lo saca de vuelo, aunque Mauro Menna fuera vecino del barrio, con más edad y pise fuerte. Por eso insiste. Y Carlitos, buenazo e introvertido, acepta a las puteadas.
Lo que pasó luego en las tres cuadras que separan a la canchita de la esquina donde los agentes policiales Jorge Alberto Conde (48) y Daniel Alberto Fernández (44) asesinaron a Juan Carlos Quiroz, de 15 años de edad, sigue siendo un desalmado misterio para su familia.

"Carlitos estaba jugando al fútbol en un potrero atrás de la vía y este muchacho pasa y lo invita a buscar un caballo. Lo invitó y parece que Carlitos le dijo que no y después Menna le dice "vos sos un sorete" y lo convenció y lo llevó. De ahí para allá, una vez que pasó el arroyito, no sabemos más nada, porque lo que le dijo se lo llevó guardado a la tumba", hilvana Juan Carlos, el padre de Carlitos. La repetida película del gatillo fácil comenzó un día antes -lunes a la medianoche- cuando dos camioneros denunciaron en la comisaría segunda el robo de la documentación del rodado. Según trascendió, entre los papeles figuraba el número del celular del chofer, quien horas después -martes a la mañana- habría recibido un mensaje de texto con la oferta de recuperar la documentación a cambio de dinero. Nuevamente el chofer se acerca a la comisaría, alerta a los oficiales y arregla con el responsable del hurto encontrarse en las inmediaciones del Club Banco Provincia, ubicado sobre la ruta 32. Pero Menna sospecha que el camionero lo engaña y no sigue las instrucciones acordadas: "Le dijo que tenía que dejar el dinero en un palo de alta tensión, en la esquina del club; y en el segundo mensaje, Menna les dice que el trato es que vaya sin la policía", continúa Juan Carlos, ayudado por su esposa María, la madre de Carlitos.
Racconto
El jugador, que la rompe en la categoría '94 del Club Atlético Douglas Haig, está llegando a la esquina cuando ve que un auto particular llega a toda velocidad y frena de golpe. Del mismo se bajan dos hombres de civil que a los gritos lo encañonan. Se asusta y trata de correr. Es en vano. El disparo le entra por el cuello y sale por el omóplato. El chofer recibe otro mensaje: "Hijo de puta ese no era el trato, lo hiciste cagar a balazos". Ni cortos ni perezosos, los efectivos Conde y Fernández abandonan el cuerpo de Carlitos y se dirigen a la comisaría. Saben que procedieron en una zona que no le correspondía ya que la esquina donde asesinaron a Juan Carlos Quiroz es jurisdicción de la comisaría tercera y no de la segunda, a la cual pertenecen; también putean porque nunca le avisaron del operativo al fiscal en turno, Guillermo Villalba. Pero van por más. Los agentes del Gabinete de Prevención vuelan a la comisaría para buscar un arma y plantársela a Carlitos. Pero esta vez no tienen suerte. Mientras tanto un vecino pasa en bicicleta y ve el cuerpo de Carlitos. Inmediatamente llama al 911 y la coartada de los homicidas termina. El fiscal Villalba entra en conocimiento y hace detener a los agentes por el delito de "homicidio calificado, en concurso real con el delito de abuso de autoridad y violación de deberes de funcionario público". También el comisario de la tercera, Eduardo Ledesma, queda desafectado del servicio.

Justicia para Carlitos
Conde y Fernández se negaron a declarar. Menna se entregó a la Justicia luego de una marcha de vecinos, familiares y amigos de Quiroz y actualmente se encuentra detenido por hurto y extorsión. "Fijate qué loco, cuando a Ivana Crespi la matan dos pibes chorros hubo una marcha de tres mil personas y hasta Blumberg vino, ahora que la yuta baja a un pibito no somos más de cincuenta", reflexiona un joven que también se acercó al edificio de fiscalía para exigir "justicia para Carlitos". En efecto, el viernes 23 de octubre se realizó la segunda marcha que a diferencia de la primera, de carácter espontáneo, salió en los medios locales con el llanto de María, la mamá de Carlitos. Sin embargo, son las mismas caras las que gritan, cantan, escrachan el asfalto y aplauden (no se acercó ningún sindicato). Son los mismos guachines en cuero y con la casaca de Douglas Haig que intentan coordinar con los redoblantes (ningún colegio, ningún centro de estudiantes, ningún docente). Son los mismos carteles con la foto de Carlitos en pose de jugador rojinegro (ninguna figura pública, ninguna autoridad). Los mismos dibujos del Gauchito Gil (ningún vecino del centro). Son los mismos vecinos que se acercaron a la plaza central para cantar "se va a acabar, se va a acabar, esa costumbre de matar". Mientras tanto, un cordón policial custodia el edificio parapetado como en las elecciones en Afganistán. "No venimos a pudrirla, sólo queremos justicia", dice Sandra, hermana mayor de Carlitos que no entiende tanta parafernalia. "A nosotros no nos gusta la violencia, queremos hacer las cosas de manera tranquila, pero resulta que si vos sos tranquilo nadie te escucha", concluye el padre, con una serenidad que desborda dolor. Mientras tanto, Pergamino sigue su rutina. Pasa de largo ante la marcha, saca sus autos estacionados en esa cuadra. El barrio y la casa humilde de Carlitos ya es, para el medio pelo pergaminense, motivo de sospecha. "Uno menos", "seguro que no estaba cazando pajaritos" o "dicen que tenía un arma" son los argumentos que esgrimen para explicar el homicidio. Y los periódicos locales tampoco ayudaron mucho a esclarecer el asesinato de Carlitos, escribiendo una y otra vez que se trató de un "confuso episodio", cuando lo único borroso fueron las circunstancias en que Quiroz llega al lugar y no así su vil fusilamiento. Pergamino asesina a uno de sus hijos de un tiro en el cuello y lo remata en el corazón con la indiferencia de los que no quieren ver las consecuencias de una ciudad que pide más policías y con la hipocresía de aquellos que se indignan sin indignarse. Hasta el momento, la memoria y el pedido más vivo de justicia y solidaridad bajó de los tablones fogoneros, justamente de esos que la sociedad pergaminense preferiría no ver, o que simplemente se conformaría con mandarles a los Conde y Fernández que abundan en las filas de la bonaerense o la federal y que conforman, como bien definió Rodolfo Walsh, "la secta del gatillo alegre"•

Link: http://www.eleslabon.org.ar/noticias_desarrollo.shtml?x=53539

lunes, 2 de noviembre de 2009

Fuente: El Tiempo, 2/11/2009

"Carlitos murió por ser pobre"
La muerte de un chico ha despertado inquietud y curiosidad en mucha gente. ¿Quién era Juan Carlos Quiroz? Se lo recuerda aquí a través de un testimonio muy cercano. Hoy a las 11:00 se invita a la comunidad en general a asistir a la puerta de la Fiscalía, en Merced 865, para acompañar a los familiares en un nuevo reclamo.

Juan Carlos Quiroz, “Carlitos, el de Douglas”, murió porque sí. Mejor dicho, murió por ser pobre. Su muerte representa mucho más que un error policial o un nuevo caso de gatillo fácil. Desnuda una realidad a la que cuesta asomarse. La crónica ya ha abundado en detalles en torno a su muerte, ocurrida a la inoportuna edad de 15 años, pero a lo mejor a mucha gente le queda por saber quién era Carlitos. Obdulio Vranken, más conocido como “Tato” o “el Pampeano”, tuvo una estrecha relación, y en diálogo con El Tiempo, lo describe así: “De Carlitos tengo los mejores recuerdos. Me acuerdo, unos diez años atrás, cuando un día la madre lo llevó a la práctica de fútbol infantil al Club Douglas. Tendría seis años, lo tomamos y empezó a entrenar, creo que el técnico era Juan Rodríguez. Como vivía lejos, la hermana solía traerlo y lo esperaba; entonces me ofrecí y al terminar la práctica lo llevaba hasta la casa. Así fue por años, y lo mismo hacía con otros cuatro o cinco chicos. Desde ese día no se fue más del Club. Estaba en la sexta división, jugaba de enganche. Era un negro pícaro, dentro y fuera de la cancha; con habilidad y con garra, era aguerrido y no le gustaba perder. Aparte, tenía un don para hacerse querer, siempre tenía una picardía a flor de labios. Era medio cascarrabias cuando las cosas no le salían. Siempre conversaba con los árbitros, lo expulsaron muy pocas veces, pero casi siempre salía abrazado con el referí, porque se hacía querer pese a que los jodía todo el partido. Era un pibe muy conocido, era «el Carlitos de Douglas», porque se destacaba siempre. Corría con ganas, sacaba fuerza no se sabía de donde, y a veces si le tocaba perder salía llorando de la cancha, que tanta era la pasión que tenía. Enseguida la gente se identificaba con Carlitos, en parte también por sus orígenes, tan humilde. Para mí era como un nieto, con quien jugaron juntos y eran muy compañeros. En el fútbol infantil, después de los partidos, venían a casa a tomar la merienda, cuatro o cinco chicos a los que después repartíamos casa por casa. Carlitos era como cualquier otro chico, estudiaba, y también hacía renegar un poco. Más de una noche lo acompañé hasta la casa porque sabía de su miedo a la oscuridad, le tenía miedo a la Policía, por sus orígenes, porque es fácil pegarle a un pobre. A mí que lo conocí de cerca nadie me va a hacer creer que pudiera tener un arma en su poder. No tenía antecedentes policiales, ninguno. Esto es muy fácil de comprobar en los Tribunales. Por ahí, si se quiere se acompañaba mal, porque para él era lo mismo estar con unos o con otros, porque él era amigo de todos. Era un chico simpático, entrador, conversador. Con el fútbol infantil de Douglas hemos viajado a montones de ciudades para competir, y jamás tuve una queja acerca de Carlitos. Se portaba excelentemente bien. Hacía travesuras como puede hacer cualquier chico, y que hasta es lógico que las haga, pero nada más que eso. Así aprendí a quererlo a él y a toda su familia, gente honesta, humilde, de trabajo. Si se les quisiera achacar algo por lo que pasó podría ser el exceso de trabajo, pero no tenían otra manera. Gente que la pasó mal cuando la escasez de empleo, sufrieron golpes duros. El padre de Carlitos es una excelente persona, de respeto, de los que conservan la vieja costumbre de sacarse la gorra cuando hablaban con una mujer. Por eso estoy seguro que Carlitos murió solamente por ser pobre".

Otra marchaTras el asesinato de Juan Carlos Quiroz, se realizó una reunión con familiares, amigos y personas de distintas organizaciones independientes, para mantener viva la memoria del chico tan injustamente fallecido y que no quede impune este crimen. Los organizadores, denominados "Pergaminenses de pie contra el gatillo fácil", invitan a todos para hoy lunes a las 11:00, a asistir a la puerta de la Fiscalía, sita en Merced 865, para acompañar a los familiares.

Link: http://www.eltiemposemanario.com.ar/titulopoliciales1.htm

Fuente: Pergamino Ciudad, 23/10/2009

Se llamaba Juan Carlos Quiroz y tenía 15 años

Se llamaba Juan Carlos Quiroz, tenía 15 años y el martes 20 de octubre se transformó en una víctima más del gatillo fácil de la bonaerense, forma sutil de decir que fue asesinado por la policía que, se supone, debe cuidarnos.
Según el fiscal, Dr. Villalba, los policías involucrados, cometieron el “error” de cruzarse de jurisdicción sin notificar a sus superiores, y de no notificar a la fiscalía del “procedimiento” que se disponían a realizar. Estas “omisiones” que el fiscal llama errores concluyeron con la muerte de Juan Carlos Quiroz, de 15 años, en circunstancias mucho más que dudosas y que han sido ocultadas por la mayoría de los medios de desinformación locales. Los pocos interesados en saber hemos tenido que conocer por un medio nacional, Clarín, que “El chico fue baleado a corta distancia, los policías abandonaron el lugar y regresaron a la comisaría, a pesar de que el adolescente había quedado tirado en el piso. Un vecino encontró el cuerpo y llamó al 911. La Justica no había sido alertada del operativo y recién tomo conocimiento con la aparición del cuerpo”.
Los que cometieron el “error” son Jorge Alberto Conde (48) y Daniel Alberto Fernández (44), pertenecientes a la comisaría segunda, a cargo en ese momento del titular del servicio, Eduardo Ledesma, hoy desafectado de su cargo.
Toda la comunidad de Pergamino, y sobre todo sus representantes políticos, no deberían sino repudiar este aberrante hecho que no puede dejar de calificarse como una violación flagrante a los DDHH de nuestros chicos, y que no hace sino confirmar que a pesar de purgas, desplazamientos, jefes relevados, ministros del Interior renovados, presidentes y gobernadores, la policía bonaerense continúa implicada en numerosos casos de gatillo fácil en los que, en su mayoría, son asesinados adolescentes que provienen de los estratos más humildes de nuestra sociedad.
Pero en cambio, un vaho putrefacto cubre la ciudad. Es el hedor del silencio, silencio que en realidad es una velada expresión de alivio: “uno menos” dirán muchos para sus adentros; otros menos hipócritas hasta lo dirán hacia afuera, pero no muy fuerte, porque su valentía solo les alcanza para horrorizarse en voz alta por los exabruptos de Maradona.
Cada vez son más las denuncias, investigaciones, sentencias y condenas que van develando la trama del gatillo fácil en toda la provincia, aunque es probable que nunca se tenga certeza de su total magnitud debido a la maquinaria de complicidades que dentro de las instituciones policiales han dejado varias muertes en el anonimato y sin castigo.
El nivel de impunidad con el que se manejan las fuerzas policiales en los sectores más desprotegidos de la población confirma que no es una anomalía, sino una práctica sistemática, heredera de aquella impunidad concedida a quienes fueron sus mandos durante la última dictadura militar. La policía de Buenos Aires continúa con las mismas prácticas arbitrarias, extorsivas y en muchos casos criminales. La cultura de esta fuerza de seguridad no ha variado desde la última dictadura cívico militar y su “caja chica” se renueva continuamente con el dinero obtenido por “servicios” de protección y encubrimiento, por “adicionales” compuestos por lo que pueden sacarle a los pibes los fines de semana cuando salen y los “aprietan” para que les den algunos mangos así no les “plantan” nada, o para que se libren de una biaba en la comisaría a la que los llevan con cualquier escusa. Por miedo, los chicos callan. Por miedo, los padres callan. Y así sigue girando la rueda sin fin del abuso de poder que muchos policías ejercen porque pueden, porque los dejan y porque tienen un arma y una estructura viciada de corrupción que los ampara.
Hoy, la práctica del gatillo fácil apunta contra toda la juventud, contra nuestros hijos, contra el motor y el futuro de nuestra sociedad fragmentada entre los de adentro y los de afuera, entre los de arriba y los de abajo, entre los conectados y los subalimentados, entre los llorados y los ignorados. Y no es este el primer caso de muerte dudosa de un adolescente a manos de la policía en Pergamino. Hace unos años, en la comisaría segunda y en dudosas circunstancias, murió el chico Roberto Castro mientras estaba dentro de un calabozo. Otros casos menos resonantes han quedado en la nebulosa de idas y vueltas judiciales y hasta políticas que han colaborado con el ocultamiento y la no resolución de esas muertes.
Hoy en Pergamino, ninguno de los que piden por más seguridad y se rasgan las vestiduras cuando el Estado les saca parte de sus ganancias habla de Juan Carlos Quiroz, el pibe asesinado. Tampoco dicen nada de la contradicción que significa clamar por "más seguridad" y después hacer como que no pasa nada cuando los políticos para responder a ese reclamo, fogoneados por los medios, le ponen un uniforme y le dan un arma a cualquiera.
En un país donde el fascismo se trasviste de derecha, cualquier centro parece de izquierda y a veces cualquier izquierda apoya esa derecha. Y más allá de quién sea el que aprieta el gatillo, esta democracia esquizofrénica e incompleta que vivimos los argentinos, habilita una y otra vez aquello que puede hacerla estallar. O sea: sostiene que la inseguridad es un problema, cuando en realidad es la solución que la cultura represora ha encontrado para prolongar la inequidad social por otros medios.
Hoy, los policías Conde y Fernández están acusados por homicidio calificado, mal desempeño de funcionario público y abuso de autoridad agravado. Pero nada le devolverá la vida a Juan Carlos Quiroz, de apenas 15 años, cuyo delito mayor parece haber sido estar en el lugar equivocado en el momento incorrecto.

“No tenemos que cuidarnos de nuestra infancia sino que
tenemos que cuidar a nuestra infancia. Si a los pibes los
recibimos en el país del hambre, la desnutrición, el frío y
la intemperie, ¿cómo pretendemos que nos traten cuando
se hagan adolescentes? Sabemos que los niños se vuelven
humanos en condiciones humanas y salvajes en condiciones
salvajes. Da vergüenza que algunos propongan como solución
bajar la edad de imputabilidad. Lo que tenemos que bajar
es el riesgo que corre la vida de estos chicos. Para resolver
nuestra seguridad tenemos primero que construir un país
que garantice la seguridad de ellos”.

Padre Carlos Cajade (1950 – 2005), miembro de la
Comisión Provincial por la Memoria

Enérgico reclamo de justicia por la muerte del menor Juan Carlos Quiroz

Cerca de 50 personas entre parientes, amigos y vecinos de Juan Carlos Quiroz, el menor de 15 años fallecido el martes en un hecho por el que están detenidos dos policías, reclamaron justicia mientras el hecho alcanzaba dominio nacional a raíz de las publicaciones de los principales medios del país como un nuevo caso de “gatillo fácil”.


DE LA REDACCION. Familiares, amigos y vecinos de Juan Carlos Quiroz, el menor de 15 años fallecido el martes en un hecho por el que están detenidos dos policías, llevaron a cabo ayer en horas del mediodía una manifestación frente a la sede del Ministerio Público Fiscal para reclamar justicia.Cerca de 50 personas se hicieron presentes con bombos y remeras inscriptas frente al edificio de Merced 865 donde permanecieron casi dos horas y cortaron la calle solicitando hablar con el fiscal que lleva adelante la causa, mientras la noticia tomaba dominio nacional cuando los principales medios del país se hicieron eco de la noticia ocurrida en nuestro ámbito, como un nuevo caso de “gatillo fácil”.Alrededor de las 12:00, luego de tomarles declaración a los menores que se encontraban jugando al fútbol en un terreno de la zona junto a la víctima minutos antes de que ocurriera el hecho, el fiscal convocó a su despacho a la progenitora y la madrina del adolescente fallecido para informarles sobre el marco investigativo de la causa.En diálogo con los medios de comunicación antes de entrevistarse con el fiscal, la hermana y la madre de Quiroz solicitaron “que se esclarezca el caso y que se detenga a la persona que le pidió (al menor fallecido) mediante engaños ir hasta el lugar donde encontró muerte para buscar un sobre de dinero a cambio de los papeles robados de un camión”.“Carlos –dijeron sus familiares- era un chico sano que jugaba al fútbol e iba a la escuela como cualquier adolescente. Era querido por todo el barrio y eso explica por qué vinieron todas estas personas acá. Le pedimos a la población de Pergamino que nos ayude a que se haga justicia”.EfectivosMás tarde, en conferencia de prensa, el doctor Guillermo Villalba explicó que “la causa está en plena etapa investigativa. Desde el mismo momento en que se produjeron los hechos están aprehendidos los dos policías involucrados en el caso, para los cuales en el día de hoy (por ayer) se solicitó la detención. Ayer estos efectivos tuvieron la posibilidad de prestar declaración indagatoria pero haciendo uso de su derecho se negaron a testificar.“Los efectivos están procesados por homicidio calificado (por ser integrantes de una fuerza de seguridad) en concurso real, abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público, cargos que incluso pueden tener penas muy altas. Actualmente se encuentran a disposición del Juzgado de Garantías Nº 2”.TestigosCon respecto al diálogo que mantuvo con los familiares de Juan Carlos Quiroz, el fiscal manifestó que “los parientes han colaborado con la investigación logrando determinar que el menor había sido ‘contratado’ por otro sujeto de sexo masculino mayor de edad para ir a buscar un sobre con dinero”, desconociendo que se trataba del rescate solicitado a los transportistas a cambio de la documentación. “Con relación a esto, hoy prestaron declaración varios chicos que se encontraban jugando al fútbol junto a la víctima, los cuales son testigos de que un sujeto les ofreció hacer un trabajo cerca del Club Banco Provincia”, explicó Villalba.Con relación a la responsabilidad que le corresponde al camionero en el hecho, el fiscal indicó que “en esta circunstancia y en este sumario el transportista no está siendo investigado como responsable de algún hecho ilícito, sino como testigo que ha contado las circunstancias tal como se compatibilizan con los pormenores del hecho”.Policía apartadaEn virtud de que en el caso se encuentran procesados dos miembros de la Policía, la resolución 1.390 de la Procuración General de la Provincia de Buenos Aires impide que en la causa actúe la fuerza y se realice a través de colaboradores. “Esto significa que las pericias, notificaciones y demás circunstancias no las puede realizar la Policía, salvo algunas excepciones como levantamiento de rastros y pericias planimétricas en el lugar, pero son excepciones, todo lo demás se está realizando dentro de la órbita judicial”, explicó Villalba.

Una de las hipótesis más fuerte del hecho

Una de las hipótesis más fuertes del hecho que maneja la Justicia según datos extraoficiales es que tras el robo de los papeles entre otros elementos, los delincuentes accedieron al número telefónico del transportista y mediante mensajes de textos acordaron un lugar para entregar el dinero y recuperar la documentación del rodado. Ese lugar sería una columna ubicada cerca del puente del arroyo Chu chú, sobre calle De la Cruz Gorordo.De esta manera el transportista habría llegado al sitio a bordo de un remis y habría arrojado un sobre vacío, para luego alejarse del lugar. En tanto los dos efectivos estarían observando desde varias cuadras (ya que se trata de una zona despoblada), que alguien se acercara a buscar el sobre.Por otra parte, quien tendría en su poder los papeles del camión, un sujeto mayor, de unos 20 años, habría pasado por un descampado donde estaban jugando al fútbol varios chicos, entre ellos Juan Carlos Quiroz, ofreciéndoles dinero a cambio de ir a buscar un sobre. Algunos se negaron pero no así el menor de 15 años que fue al lugar indicado a realizar dicha tarea, desconociendo de que se trataba. En tanto, el individuo mayor se encontraría en la zona observando qué pasaba.Se presume que cuando el menor llegó al lugar indicado y encontró el sobre vacío, lo tiró y se alejó de la zona. Fue en ese momento que los dos policías que se encontrarían de civil y en un auto particular se habrían acercado y le habrían cruzado el vehículo por delante, razón por la cual, asustado, el menor salió corriendo.Lo que no está claro aún es por qué uno de los efectivos accionó su arma reglamentaria ocasionándole la muerte inmediata, ya que el chico no tenía armas ni los papeles buscados en su poder.Posteriormente, los efectivos se habrían alejado del lugar y un particular que pasaba por la zona observó el cuerpo y denunció la presencia de un chico tirado en la calle, “aparentemente degollado”.En tanto los agentes no habrían negado su participación en ese fatídico episodio, razón por la cual quedaron aprehendidos y se les secuestraron sus armas reglamentarias.Los investigadores presumen que la única persona que habría visto el acontecer de los hechos sería el sujeto que tendría en su poder los papeles del camión y que le habría ofrecido a la víctima ir a buscar el sobre, razón por la cual es requerido como testigo ocular.

La Opinion de Pergamino

Link: http://www.laopinion-pergamino.com.ar/nota.asp?date=2009/10/23&vernota=25535

Fuente: Prensa del Pueblo, 25/10/2009

GATILLO FÁCIL EN PERGAMINO: JUSTICIA PARA CARLITOS!

El pasado martes Pergamino vivió una jornada negra luego de que dos policías asesinaran en un descampado a Juan Carlos Quiroz, de 15 años de edad, tras un “confuso episodio” en el que el joven resultó muerto de un disparo en el cuello.El hecho en sí no fue más que un grosero caso de gatillo fácil que (no) rompió el automatismo de los pergaminenses quienes, en un primer momento, ya habían tildado al chico de 15 años de “pibe chorro” que “moría en la suya”.Sin embargo, con el correr de las horas y a fuerza del grito de familiares y amigos se fue desvelando la trama del burdo asesinato cometido por los agentes Jorge Alberto Conde (48) y Daniel Alberto Fernández (44) detenidos por el delito de “homicidio calificado, en concurso real con el delito de abuso de autoridad y violación de deberes de funcionario público”.Todo comenzó cuando el lunes a la noche dos camioneros denunciaron el robo de la documentación del camión al dejarlo estacionado. Entre los papeles se encontraba el número del celular del chofer, quien el martes a la mañana recibió un mensaje de texto del supuesto ladrón, ofreciéndole la devolución de los documentos a cambio de dinero. El camionero comunicó lo anterior a la policía y accedió al pedido de dejar en las inmediaciones del club Banco Provincia un sobre con el monto solicitado.Temiendo que los camioneros hayan alertado a la policía, Mauro Mena –nombre del malhechor quien hoy se entregó a las autoridades– pasó por un baldío aledaño donde los pibes del barrio estaban jugando un “picadito”. Según los mismos chicos, Mena habría ofrecido cien pesos para el que vaya a buscar un sobre a pocas cuadras.“Se mandaron una cagada”Juan Carlos accedió al pedido, llegó al lugar y vio el sobre. Lo abrió y estaba vacío. Lo tiró. Estaría desorientado cuando escuchó el auto que frenó de golpe y dos hombres de civiles que se bajaron a los gritos. Según la hipótesis, se asustó y trató de correr. Fue en vano. Las pericias dictaminaron que el disparo fue a corta distancia y que ingresó por el cuello dandole muerte al pibe que la rompía en la categoría ’94 del Club Atlético Douglas Haig.No conformes con el asesinato, tanto Fernández –autor material del hecho–, como Conde, abandonaron el cuerpo de Quiroz en el terreno y volvieron a la comisaría. El fiscal que atiende en la causa, Guillermo Villalba, nunca fue comunicado del operativo y recién se enteró del suceso cuando un vecino vio el cuerpo de “Carlitos” y llamó al 911. Inmediatamente, los dos oficiales quedaron detenidos. Mientras tanto, Mauro Mena volvía a escribirle al camionero: “Se mandaron una cagada. Mataron a un inocente. Yo le había dado cien pesos para que vaya a buscar el sobre”.Pergamino mata y remataEs el segundo día en que la familia y amigos se acercan a la fiscalía para reclamar justicia y no somos más de cincuenta personas. Está María, su madre y Sandra, una de sus hermanas. También los guachines amigos del barrio, que golpean bombos y redoblantes y gritan que Carlitos está presente y que se va a acabar esta maldita costumbre de matar. También los tíos y vecinos. Hay un cartel enorme con una foto de Juan Carlos en pose de jugador pisando la pelota con la remera de Douglas Haig y a su lado la imagen del Gauchito Gil. Dos amigos lo sostienen y gritan. Las pibas se abrazan en ronda y cantan justicia, justicia!. Una barrera de policías imagina que está en la Tercera Guerra Mundial. “No venimos a pudrirla, sólo queremos justicia”, me aclara Sandra. La madre llora y me dice que “Carlitos es inocente, el no sabía qué pasaba”. Los medios locales filman, preguntan y se van. La gente pasa caminando y sigue su rumbo, mira curiosa pero no se detiene ni aplaude. Los autos estacionados en esa cuadra ya no están. Tampoco están los colegios secundarios, los sindicatos, ni los docentes. Menos las autoridades y los vecinos del centro. No trascendió que Blumberg se haya solidarizado con la familia.Carlitos cometió una ingenuidad y un delito. La primera al dejarse convencer y seducir de ir a buscar un sobre a cambio de unos mangos (¿Cuánto tiempo haría que Carlitos no veía un billete de 100? ¿Qué podría haber detrás de la simple búsqueda de un sobre?). El delito lo cometió al haber nacido en un asentamiento humilde, precario, lejos de las luces y del centro del corazón sojero del país. Y eso la sociedad de Pergamino no lo perdona, por eso no lo reconoce como suyo.Pergamino mata a un hijo de su ciudad y lo remata con la indiferencia y el olvido.

Link: http://prensadelpueblo.blogspot.com/2009/10/gatillo-facil-en-pergamino-justicia.html

Fuente: Pagina 12, 23/10/2009

Gatillo fácil en Pergamino
Montaron un operativo sin informar a la Justicia, para recuperar el dinero de una extorsión a dos camioneros. Un chico levantó el sobre y los policías se le echaron encima. Lo balearon en el cuello y lo dejaron tirado. Desafectaron a los dos detenidos y al comisario.


Por Horacio Cecchi
Dos uniformados de la Bonaerense de Pergamino fueron detenidos luego del asesinato de un chico de 15 años, al que balearon y luego dejaron abandonado en un descampado de esa ciudad, el martes pasado al mediodía. Los dos uniformados habían montado un operativo para detener a un extorsionador que había robado documentación a dos camioneros y exigía un rescate para su devolución. En acuerdo con los uniformados, el martes al mediodía los camioneros dejaron un sobre en el descampado. Apareció en la escena un chico, que levantó el sobre y luego lo tiró –según una versión, porque estaba vacío–, pero inmediatamente lo detuvieron los dos bonaerenses. Si hasta allí todo es confuso, más lo fue la derivación. El chico recibió un balazo, y los policías lo dejaron tirado como un trapo y regresaron a la seccional donde, según el yonosé policial, no informaron nada. El cuerpo fue hallado por un vecino, que llamó al 911. De allí las primeras investigaciones derivaron en los dos bonaerenses, que fueron detenidos y desafectados por el Ministerio de Seguridad (además del jefe de la seccional). Un dato curioso que podría aportar alguna clave: no habían informado a la Justicia sobre el operativo y tuvo lugar en jurisdicción de la seccional 3ª.
Recomponiendo la historia en base a versiones judiciales, oficiales, oficiosas, policiales y demás, el lunes pasado, por la noche, dos camioneros denunciaron que alguien les había sustraído documentación del vehículo que habían dejado estacionado. Los camioneros se dirigieron a la comisaría 2ª, donde radicaron la denuncia. Horas después recibieron un llamado de un extorsionador que les exigía dinero para devolver los papeles. Los camioneros volvieron entonces a la 2ª para denunciar la novedad y asesorarse sobre los pasos a seguir.
En la 2ª –al menos los dos detenidos– recomendaron a los camioneros negociar con el extorsionador un pago mientras ellos montarían un operativo para detenerlo en el momento del cobro. El martes al mediodía, los camioneros dejaron un sobre en un descampado junto al campo deportivo del Club Banco Provincia, en jurisdicción de la comisaría 3ª. Al rato apareció un chico, Juan Carlos Quiroz, que levantó el sobre. Según una versión, con fuerte inclinación policial, el chico era parte de los extorsionadores. Según los investigadores, al chico el extorsionador le dio unos pesos para que recogiera un sobre del lugar. La versión policial dice que lo tiró porque estaba vacío. ¿Vacío? ¿Vacío antes o después?
Los uniformados igual se abalanzaron sobre él y lo detuvieron, lo que es un decir. Otra vez la versión con inclinación policial sostiene que el chico intentó sacar algo de entre su ropa que los agentes del orden interpretaron como una agresión armada y lo balearon, aunque luego no se le encontraron armas ni la documentación robada. Luego, la versión con inclinación policial corregida sostuvo que el chico intentó escapar. Según los datos de la autopsia, la bala ingresó por el cuello, de frente, y salió por la escápula, en la espalda, con dirección de arriba hacia abajo. Si fue un intento de fuga, fue extraño y con una torsión harto difícil: debía haber corrido de rodillas y hacia atrás.
Los dos bonaerenses completaron el operativo dejando tirado al chico como un trapo de piso y regresaron a la seccional, donde comenzaron con sus tareas habituales, si es que no las habían iniciado ya. El cuerpo fue hallado por un vecino, que llamó al 911 y pidió una ambulancia, aunque Quiroz a esa altura estaba irremediablemente muerto.
El fiscal de turno, Guillermo Villalba, inmediatamente ordenó averiguaciones que derivaron en la detención de los dos bonaerenses, Jorge Alberto Conde y Daniel Alberto Fernández. Secuestró inmediatamente las armas reglamentarias y pidió su peritaje a la Asesoría Pericial Judicial. Lo curioso, aunque no sorprendente, es que Villalba recién se enteró del operativo montado luego de la aparición del cuerpo y de ordenar la detención de los dos policías. Nadie le había informado sobre la denuncia de los camioneros, la extorsión por la documentación y el operativo montado por los uniformados para recuperarla.
Ambos detenidos, que ayer se negaron a declarar, y el titular de la seccional 2ª, Eduardo Ledesma, fueron desafectados de sus cargos, por orden del ministro de Seguridad, Carlos Stornelli. La declaración de los camioneros, el monto de dinero negociado y si fue o no colocado en el sobre podrían dar alguna clave del motivo de la muerte. No es lo mismo que el sobre hubiera estado lleno.

hcecchi@pagina12.com.ar

Link: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-133954-2009-10-23.html